viernes, 19 de diciembre de 2008

LAS TENUES CUERDAS DE UN VIOLÍN

Tenue noche los envuelve,
tiernamente es serena,
sólo la luz de una vela,
es testigo de sus sueños.

Y en las calles Londinenses,
no vuela un alma por ellas,
más que espíritus de estrellas,
titilando grandes veces.

Tras diecisiete escalones,
y una gran puerta cerrada,
madera cubre sellada,
al cazador de ladrones.

El ligero humo a tabaco es,
breve olor en el vacío,
de una pipa a su albedrío,
al sillón abandonada.

Y al perchero retirada,
la capa de cacería
que al detective en compañía,
sobre sus hombros alzada.

La lupa depositada,
en la blanca chimenea,
en la que también se vea,
su aguja plateada.

Y el violín en una esquina,
con sus cuerdas empolvadas,
música en largas veladas,
a unas cuerdas reprimidas.

Al tenue candor del fuego,
que ahora negras cenizas son,
ambas butacas recuerdan,
el pasado también del salón.

La bata de Holmes es al suelo,
una antigua acompañante,
recuerdo desesperante,
de un sabueso como el hielo.

Los bellos ojos de cielo,
cerrados párpados tapan,
veloces de luz escapan,
rápidos a la muuerte en vuelo.

Manos de venas surcadas,
la única sábana aferran,
más los canos pelos yerran,
en sus horas trabajadas.

En el último suspiro,
los iris de vida vana,
ven de una forma plana,
a Watson muerto y perdido.

Y en la bella noche estrellada,
a ajedrez juega la vida
y la muerte ya aprendida,
da a sucumbir a su amada.

Sus ojos se van cerrando,
su lágrima emprende huida,
y su boca corroída,
Irene, muere pronunciando.


"ESMEH HOLMES"
PUBLICADO POR SHERLOCK-HOLMES.ES
JUNIO DE 2006

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